Gualeguaychú ha crecido y mucho, pero lo hizo sin perder algunas costumbres de pueblo. Varias de ellas son muy cuestionadas, sin embargo, algunas otras, aún siguen alegrando la vida de los que nacimos aquí y también de los que, por opción, eligieron esta ciudad. Una de ellas son las clásicas “vuelta del perro”, de las cuales podemos citar dos o tres, debiendo agregar hoy la bella Costanera del Tiempo o Costanera Sur, que luego de su puesta en valor, recibe a cientos de nosotros en su hermosa geografía. Pero la vuelta por Costanera y Parque Unzué es casi obligada, recorremosel hermoso paseo costero que nos brinda la Avda. Morrogh Bernard, cruzamos el puente y ya del otro lado, luego de la recorrida frente a los clubes, nos dirigimos hacia el viejo “Zapallo”, para luego volver por la Laguna del Parque si el camino lo permite, caso contrario giramos en U en el puentecito. Dentro de ese derrotero se destaca claramente un decaído edificio, con vidrios rotos o ausentes, conparedes sucias que duelen dentro nuestro, sobre todo, de aquellos que conocimos de chicos el esplendor de La Delfina.

Miles de turistas pasaron por el predio en sus épocas de esplendor, sus impecables baños, bar y restaurante, un hermoso paisaje para instalación de carpas y un sinfín de servicios a los cuales, incluso, se agrego en un momento una cancha de paddle eran centro de atención de visitantes y lugareños.

Nuestro río, homónimo de la urbe que besan sus aguas, ha sido orgullo y pasión de nuestra ciudad, en su corriente incansable, nos hemos sentido campeones de natación y hasta creíamos marcar un record olímpico remando en contra de la misma con todas nuestras fuerzas. Pero asi como nos saluda apacible y nos recibe cordialmente cada día, ha sido cruel muchas veces con nuestra ciudad, y La Delfina no ha sido ajena a ello. Concesionarios como Julio Cesar, de los primeros en encargarse del Bar-Restaurante, han ido sufriendo grandes pérdidas. Inversiones en el predio, tanto privadas como estatales, han desaparecido en un abrir y cerrar de ojos bajo las aguas, pero siempre se intentaba nuevamente, siempre había alguien que quería reivindicar como un pequeño paraíso ese hermoso lugar.

Tuvo su esplendor allá por los 80 y 90, pero luego los embates de la meteorología fueron deteriorando su edificio, hasta que unos años atrás, si la memoria no nos falla, allá entre el 2002 y el 2005funcionó el Museo Almeida, la muestra arqueológica autóctona máscompleta de la costa del Uruguay y porque no del Delta argentino. Pero luego de tres años, los continuos robos y la falta de apoyo y mejoras hicieron que el viejo edificio volviera a quedar solitario.

Los medios de prensa locales se han hecho eco decenas de veces de su deterioro, el viejo fantasma de paredes sucias ha albergado tanto a artistas callejeros como a personas que lo usaban como aguantadero. No quedó ajeno a los mitos que en su recital el Indio Solari dejó por estos lares. Muchas conversaciones de vereda hablaban de un grupo que vino al recital y luego se quedó por meses, inclusive se habló de ingestas de patos de la laguna o hasta de un pony por esos lugares. Mito o realidad, el viejo y destruido edificio se predisponía para ello como clásica imagen de una película de suspenso.

¿Quién de nosotros desde su auto, bicicleta o caminando no se ha preguntado el motivo del abandono? Quizás si las primeras sombras que cubrían el parque nos sorprendían caminando, no llegábamos hasta el, temerosos de que albergara algún maleante que pudiera hacernos pasar un mal momento. 

Las diferentes administraciones municipales fueron pasando y mirando de reojo a La Delfina, posiblemente porque el orden de prioridades no la incluía o tal vez temerosos .del viejo y falso axioma de que todo lo que toca o arma el Estado va camino al fracaso. Si hubo privados interesados en invertir no nos enteramos, pero mientras tanto, La Delfina seguía deteriorándose mas y mas, adoptando rápidamente un perfil espectral que hacia mutar,aceleradamente, nuestra admiración de años atrás por una mirada que se volcaba hacia otro lado cada vez que pasábamos frente al predio.

Hoy en día es un paso casi obligado para el Vía Crucis enmarcado en el corazón del parque grande, nuestra ciudad se ha convertido en un destino turístico importante y la cantidad de visitantes exige acondicionar hasta el último centímetro de nuestras bellezas naturales. El Parque, los clubes, los juegos, la Laguna, marcan el sello de una ciudad que apunta a la industria sin chimeneas; Solo allí, enclavada en el medio del circuito, se encuentra la figura fantasmal del edificio del camping municipal. 

El coloreado cartel en costanera con el nombre de la ciudad, los otros que ilustran algunos paseos y recepcionan al visitante, hoy se han convertido en fotos obligadas que viajan y viajan por redes sociales o notas periodísticas. Mucho se habla de una luz aca u otra alla, de que la luz del puente se precisa en tal o cual lado, pero poco se dice de que quien nos visita elige volver por el cuidado, por la atención, por el paisaje y por las mejoras que presenta una ciudad. Es función de las diferentes administraciones municipales encontrar ese justo equilibrio entre las necesidades primarias que deben ser satisfechas de forma ineludible y del embellecimiento para atraer al turismo que representa ingresos genuinos a la ciudad impactando indirectamente en la concreción de otras obras prioritarias.

El viejo edificio de La Delfina, creación del Arq. Medrano y el Ing. Moisa, resalta por el formato de estructuras de bovedillas en el esquema del techo, similar al diseño que ellos mismos dieron a un Barrio en España al sur, allí existen casas realizadas con ese mismo sistema en   los techos. Esta parte de nuestra historia y de nuestro presente no debe perderse, y se debe destacar que en poco tiempo mas, muchos compañeros nuestros de Municipalidad, estarán trabajando allí en su recuperación. 

Un paseo peatonal, señalética, bancos, mesas, iluminación LED se incorporarán prontamente a nuestro recorrido por el parque. Ese espacio estratégico de nuestro paseo más importante recuperará en gran parte del predio su funcionalidad. Su emblemático edificio volverá a resaltar en el verde paisaje y nuevamente servirá de guía o punto de encuentro para turistas y locales. La recuperación de nuestros espacios públicos es fundamental para quienes habitamos nuestra ciudad, ayudando además fuertemente a que quienes nos visitan, se lleven principalmente, el deseo de regresar.

Una ciudad que ha apostado y apuesta fuerte al cuidado medio ambiente, no solo se rige por enunciados en sus leyes y controles, sino también por sus acciones concretas en el mejoramiento de la calidad de vida de sus habitantes. En eso, vamos por el buen camino, la puesta en valor de La Delfina será otro paso, nuestro deber y responsabilidad estará desde el mismo momento que comiencen las obras de refacción y mejoramiento, no es solo acompañarlas y elogiarlas, sino también lo más importante, cuidarlas.